EL VERTEDERO

De todo un poco, material de descarte, reciclado, relleno sanitario, desaparecidos ocultos, torturadores descubiertos, vea, pase y revuelva.

viernes, 28 de septiembre de 2012

NUESTRO PASADO ENTERRADO EN TANQUES DE METAL CON HORMIGON  (Fuente: Argenpress)

jueves, 27 de septiembre de 2012

Argentina: Identifican víctimas cubanas de Operación Cóndor secuestradas y asesinadas en 1976

Ernesto Carmona (especial para ARGENPRESS.info)

Con la identificación forense de los restos de la ciudadana argentina María Rosa Clementi de Cancere, hallados en un barril metálico relleno con hormigón petrificado, se identificó en Argentina a dos de las tres victimas de crímenes de lesa humanidad perpetrados por la Operación Cóndor, bajo la dictadura militar (1976-1983), contra personal de la Embajada de Cuba en Buenos Aires. Falta aún encontrar los restos de otro diplomático cubano secuestrado en la misma fecha.

Los restos del diplomático Crescencio Nicomedes Galañena Hernández, fueron hallados también en junio 2012, junto con Ricardo Manuel González, cuya nacionalidad fue omitida en el reporte de Telam, la agencia oficial argentina de noticias, que ha sido la principal fuente de esta información. Estos tres cuerpos fueron hallados en diferentes barriles encontrados en el mismo sector de Florencio Varela, en el municipio bonaerense de San Fernando, cerca del aeródromo local, según informó la agencia. En esa misma zona de San Fernando fueron hallados otros 11 barriles en 1976, cuyos contenidos fueron sepultados entonces como NN. En 1989 se estableció que una de estas víctimas era Marcelo Gelman, hijo del poeta Juan Gelman.


Foto: María Rosa Clementi de Cancere, Crescencio Nicomedes Galañena Hernández y Jesús Cejas Arias.

Del informe periodístico de Telam se desprende que aún faltaría encontrar los restos de otro diplomático cubano secuestrado y desaparecido en 1976, Jesús Cejas Arias, quien tenía 23 años cuando fue capturado por unos 40 individuos junto a su compañero de trabajo Galañena Hernández, el 9 de agosto de 1976. Ambos cubanos se desempeñaban en la custodia del embajador Emilio Aragonés Navarro, a quien ya habían tratado de asesinar en Argentina.

Las autoridades judiciales continúan excavando en el sector para establecer si existen más barriles con restos humanos. Probablemente, allí estén ocultos también los restos de Cejas Arias, quien además se desempeñaba como secretario general del comité de base de la Unión de Jóvenes Comunistas de la sede diplomática en Argentina.

Automotores Orletti, centro de tortura y exterminio del Plan Cóndor

María Rosa Clementi de Cáceres no era cubana, sino argentina. Nacida en Capital Federal el 19 de abril de 1945, casada y con una hija de seis años, tenía 31 cuando fue secuestrada el –3 de agosto– a la salida de una escuela anexa a la Embajada, donde cuidaba niños de los diplomáticos cubanos. Galañena Hernández y Cejas Arias fueron emboscados y capturados el 9 de agosto, en los alrededores de la Embajada, y conducidos al centro clandestino de detención “Automotores Orletti”, donde fueron torturados hasta morir, según fuentes cercanas a la investigación del juez federal Daniel Rafecas, citadas por la agencia Telam.

La causa judicial que lleva adelante Rafecas acreditó que el diplomático Crecencio Nicomedes Galañena Hernández fue visto en los talleres Automotores Orletti. “La circunstancia de que la introducción de cadáveres en tambores cementados fuera práctica sistemática de los represores de ese centro clandestino para ocultarlos, lleva a concluir que las otras dos víctimas también habrían estado secuestradas allí", explicaron a Telam portavoces de la investigación. Los tres tambores presentaban características idénticas, numerados y rellenos de concreto. Probablemente, otro tambor aún no encontrado contenga los restos de Cejas Arias, que también podrían hallarse entre los restos no identificados sepultados en 1976.

El juez Rafecas tramita una “megacausa” por delitos de lesa humanidad perpetrados por el Primer Cuerpo de Ejército durante la dictadura militar (1976-1983). El juicio fue reabierto tras la derogación y declaración de “nulidad insalvable” de las denominadas leyes de Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987), ambas aprobadas bajo la administración del radical Raúl Alfonsín (1983-1989). Las fuentes judiciales indicaron que “esta clase de tareas tendientes a determinar el destino final de las víctimas de Orletti se vienen realizando desde 2003”.

El trabajo de identificación genética de los restos fue realizado por el Equipo de Antropología Forense de Argentina, en colaboración con la Policía Científica de Gendarmería Nacional, que participó en la búsqueda de los tambores, tras el hallazgo casual del primer barril por unos niños que jugaban en el sector, el 11 de junio 2012. La identificación determinó que ese envase metálico contenía los restos de Crescencio Nicomedes Galañena Hernández, desaparecido hace 36 años.

Típico montaje periodístico de Operación Cóndor

La Operación Cóndor “trató de encubrir el secuestro y asesinato de los dos diplomáticos cubanos como “deserción del comunismo”, en una típica maniobra de montaje periodístico-mediático de esa transnacional del crimen. En 1975, la alianza criminal Cóndor preparó la Operación Colombo para encubrir un caso chileno también conocido como Los 119. Se fundaron dos publicaciones que aparecieron por una sola vez, revista Lea en Buenos Aires y el periódico Novo O'Día, en Curitiba, Brasil, para dar la “noticia” falsa de dos supuestos enfrentamiento armados entre “extremistas chilenos que se mataron entre sí en las pampas argentinas”, con un balance total de 119 muertos, en su gran mayoría del MIR. Los nombres fueron extraídos de las listas de los habeas corpus presentados por los familiares desesperados e ignorados por la entonces indolente justicia chilena al servicio de la dictadura.

La agencia de noticias estadounidense Associated Press informó haber recibido un sobre, por correo simple y con estampilla argentina, conteniendo las credenciales diplomáticas de los dos empleados cubanos de la Embajada. El 17 de agosto de 1976, el diario La Opinión reprodujo esta patraña que en letra manuscrita sólo decía: “Nosotros (Jesús Cejas Arias y Crescencio Galañena), ambos cubanos, nos dirigimos a usted para que por este medio comunicar que hemos desertado de la Embajada para gozar de la libertad del mundo occidental”.

La escueta nota no llevaba ninguna firma ni otra aclaración, según el libro Mártires del Ministerio del Interior de Cuba, Semblanzas biográficas, t. II, Editora Política, La Habana, 1990. La cancillería argentina certificó la autenticidad de las credenciales, pero después la dictadura montó un operativo mediático para hacer creer que los dos diplomáticos habían desertado y, por tanto, las autoridades militares no tenían por qué dar explicaciones por su desaparición. El argumento resulta demasiado parecido al usado en Chile respecto a muchos detenidos desaparecidos, que según la DINA gozaban de una buena vida en el exterior

La Operación Cóndor ejecutó un plan coordinado de operaciones represivas entre 1970 y 1980, acordado por los regímenes dictatoriales de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, en colaboración con las policías políticas de Perú, Colombia, Venezuela y Ecuador, más el apoyo de la CIA de Estados Unidos. Automotores Orletti fue una de sus sedes en Buenos Aires. Los crímenes del también llamado Plan Cóndor son investigados en Argentina por el fiscal Miguel Ángel Osorio.


Foto: Fiscal Miguel Ángel Osorio

Participación del terrorismo cubano-norteamericano

Según el periodista estadounidense John Dinges, Michael Townley, agente de la DINA de Chile y de la CIA de Estados Unidos, más el cubano-estadounidense Guillermo Novo Sampoll habrían viajado a Argentina para interrogar a Cejas Arias y Galañena Hernández. Townley asesinó en Buenos Aires al general Carlos Prats González, ex comandante en jefe del ejército chileno en tiempos de Salvador Allende, y el 21 de septiembre de 1976 dio muerte en Washington a Orlado Letelier, ex canciller y ministro de defensa de Allende. En el asesinato de Letelier también colaboró un grupo de cubanos, entre otros los hermanos Guillermo e Ignacio Novo Sampoll.

El FBI y la CIA fueron informados en detalle sobre los arrestos e interrogatorios de los cubanos, aseguró Dinges. El 22 de septiembre de 1976, Robert Scherrer, el agente del FBI para el Cono Sur, con sede en Buenos Aires, envió a Washington un minucioso informe, desclasificado y publicado en un libro por Dinges, con información de “sus fuentes” Describió el secuestro de los dos cubanos como una operación de la SIDE y consignó haber recibido un reporte de los interrogatorios.

En su autobiografía Los caminos del guerrero, Luis Posada Carriles incluyó el asesinato de Galañena Hernández y Cejas Arias entre los “éxitos” de su lucha contra el “comunismo castrista”. Orlando Bosch también se jactó en El Miami Herald de esta operación concertada con la CIA y con las dictaduras de Chile y Pinochet: “Nuestros aliados se hubieron de comprometer, y así lo realizaron, en el secuestro de dos miembros de la embajada en Buenos Aires, que no han aparecido jamás”.

Los sobrevivientes de Automotores Orletti relataron que las víctimas permanecían en el garaje de la planta inferior, tabicados y atados. Allí llegaban gritos de la planta superior, donde funcionaba la tortura. En uno de los métodos utilizados por los represores del centro gerenciado por la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE) consistía en colgar a los secuestrados hasta que sus pies quedaran a unos 20 centímetros del piso para aplicarse electricidad en esa situación.

Por el secuestro y desaparición de Galañena Hernández y Cejas Arias fueron condenados antes el general retirado Rodolfo Cabanillas, ex jefe de la División de la SIDE “Operaciones Tácticas 18” (que manejaba Orletti) y los represores Raúl Guglielminetti, Eduardo Alfredo Ruffo y Honorio Carlos Martínez Ruiz.

Tambores hallados en 1976

En 1976 fueron hallados otros siete recipientes del mismo tipo en el canal de la misma localidad de San Fernando, que contenían cadáveres envasados en hormigón. Los cuerpos fueron sepultados como NN –sin identificar– en el cementerio local, pero años después algunos pudieron ser identificados, sin que existieran aún las infalibles técnicas de ADN. En 1989 se estableció que una de las víctimas era Marcelo Gelman, hijo del poeta y periodista Juan Gelman. Junto con buscar más barriles, las autoridades deben establecer si los envases estuvieron 36 años en esa locación o fueron depositados allí recientemente.

El juez Rafecas escribió en su resolución: “El proceso de la deshumanización, que comenzaba con la captura y continuaba en el campo de detención y tortura, tuvo en estos casos un final que difícilmente pueda ser superado desde la perspectiva de la eliminación de todo vestigio de condición humana para con los cautivos: hay que caer en la cuenta de que personas con las que compartimos una misma cultura, una misma civilización, ejecutaron de un disparo en la cabeza a hombres y mujeres que estaban a su merced; luego se procuraron tambores, arena y cemento; luego, no sin esfuerzo, y seguramente de propia mano, colocaron los cadáveres en los tambores, los rellenaron, los sellaron, llevaron con sus brazos la carga de restos humanos hasta los camiones y finalmente arrojaron los tambores al río”.

Fuentes:
Telam: http://www.telam.com.ar/nota/37997/
Página 12: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-200147-2012-08-02.html
Mártires del MININT: http://www.ecured.cu/index.php/Jes%C3%BAs_Cejas_Arias

miércoles, 22 de septiembre de 2010

martes, 21 de septiembre de 2010

Un material aportado por Marys Yic que traigo desde su Facebook

58) Forjando la Memoria: LA SANGRE CAÍDA Y LA INOCENCIA PERDIDA (por M. Yic)

de Marys Yic, el El Martes, 21 de septiembre de 2010 a las 3:26
"SOBRE TODO, SEAN SIEMPRE CAPACES DE SENTIR EN LO MÁS HONDO CUALQUIER INJUSTICIA COMETIDA CONTRA CUALQUIERA EN CUALQUIER PARTE DEL MUNDO" (Carta del Che a sus hijos)

Desde los tiempos del pachecato, la represión fue particularmente dura contra los dos focos emblemáticos de la resistencia: los obreros y los estudiantes que enfrentaban con coraje los desbordes autoritarios del gobierno. El único lenguaje que se usaba consistía en gases, sablazos y cachiporras, luego se incorporaron las armas de fuego con las que asesinaban en la calle a jóvenes estudiantes desarmados.
Eran los tiempos del Escuadrón de la Muerte, tiempos de la Juventud Uruguaya de Pié, del Comando Caza Tupamaros, tiempos de torturas a luchadores sociales, de militarización de los sindicatos y de las detenciones de obreros y estudiantes bajo las medidas prontas de seguridad. Luego vendrían los tiempos de la dictadura y el terrorismo de Estado aplicado a sangre y fuego que habría de durar hasta mediados de los años 80.

El 14 de agosto de 1968 la predictadura cobraba la primera víctima, el estudiante Liber Arce moría como consecuencia de las heridas producidas por las balas policiales. Las bandas fascistas no se detuvieron, vendría una larga lista de jóvenes estudiantes muertos que dejarían una marca indeleble en la historia de nuestro país.

Ese mismo año es asesinado en una manifestación Hugo de los Santos y Susana Pintos, que trató de socorrer un compañero envuelta en una bandera blanca que no fue respetada.
En 1969 cae el estudiante Jorge Salerno. En 1971 Heber Nieto de 16 años es baleado por un francotirador del Escuadrón en la puerta de la Escuela de la Construcción. Manuel Ramos Filipini es secuestrado, torturado y luego asesinado. Julio Spósito es baleado en una concentración frente a la Facultad de Química, Héctor Castagnetto de 19 años es secuestrado, torturado y asesinado, hoy está desaparecido. También desaparece Abel Ayala. En 1972 asesinan a Joaquín Klüver y a Íbero Gutierrez, ese mismo año balean por la espalda dentro del liceo Nº 8 a Santiago Rodríguez Muela y es ejecutado Mario Eguren de 17 años. Ramón Peré es asesinado durante la huelga general de 1973 y Walter Medina de 16 años mientras pintaba un muro "abajo la dictadura, consulta popular"

Ya en plena dictadura el terrorismo de Estado siguió cobrando víctimas jóvenes, como Nibia Sabalsagaray que muere durante la tortura o las vidas de Silvia Reyes, Laura Raggio y Diana Maidanik, todas de 19 años, que son acribilladas a balazos mientras se encontraban durmiendo (Silvia estaba embarazada de 3 meses)

La crueldad no tenía límites por aquellos años, el terrorismo de Estado también condenó a niños, adolescentes y jóvenes que debieron vivir lo peor. Miles se criaron sin uno o ninguno de sus progenitores, deambularon por los cuarteles y los penales, sufrieron malos tratos y atropellos, vivieron con angustia y terror directo que marcaron inexorablemente sus vidas para siempre. Hubo quienes sufrieron el exilio o la clandestinidad. Separados de sus familiares y amigos muchos adolescentes llegaban al exterior solo cargando angustia, inseguridad, inquietud y rencor por haberles impuesto otra vida y haber sido arrancados abruptamente de su medio natural.
Los que visitaban a sus padres en los penales o cuarteles eran humillados en la revisación. Para ver si "los pequeños subversivos" pasaban algo muchas veces se les palpaba entre las piernas o se les quitaba la ropa interior. Las visitas además de ser escasas, se enmarcaban en un ambiente hostil, hecho para separar y no para unir. Era todo un drama, tras de ser corta y espaciada en el tiempo, los reglamentos cambiaban entre una visita y otra, creando incertidumbre, inseguridad y nerviosismo, lo que importaba era armar un clima de tensión y miedo. Muchas veces se les suspendía la visita a los hijos o se sancionaban a sus padres, ambos vivían varios días sintiéndose culpables de ello. Una crueldad tanto para el preso como para los pequeños, que quedaban con una gran angustia clavada en el pecho.

Los que nacieron en cautiverio fueron torturados desde el vientre de la madre. Algunos quedaron detenidos con ellas pasando muchas penurias ya veces eran sancionados junto a su madre, otros fueron depositados en el "Consejo del Niño", otros secuestrados y entregados a los propios represores o amigos de éstos. Hoy varios siguen desaparecidos, los que tuvieron más suerte pudieron ser criados por algún familiar o amigo. Un caso relevante es el de Macarena, que luego de asesinar a su padre en 1976, su madre con un embarazo a término fue confinada en la sede del SID hasta dar a luz y luego desaparecida. La niña es localizada en el año 2000.

También en el Cono Sur el horror de las dictaduras fue un plan de exterminio contra los opositores políticos y sus familias.
Existió una coordinación represiva entre los países del área, los militares de la región acordaron políticas de represión dentro y fuera de fronteras, en la estrategia llamada "Plan Cóndor".

En setiembre de 1976, en la ciudad de La Plata, Argentina, secuestraron 16 jóvenes estudiantes con edades entre 15 y 17 años. Se movilizaban para reclamar la media tarifa social del boleto. No obstante fueron considerados por el Gral. Camps como "parte del accionar subversivo de las escuelas" y llevados al "Pozo de Banfield". Allí conocieron el horror en toda su expresión, padecieron la tortura extrema, los simulacros de fusilamiento y el intento mediante tortura sicológica, de imponerles otra mentalidad. Pablo Díaz fue el único sobreviviente de la llamada "Noche de los Lápices".

Floreal Avellaneda, un joven argentino de solo 14 años, luego de ser torturado y asesinado junto a su madre en 1976, es encontrado en las costas del Río de la Plata en Montevideo. En setiembre de ese mismo año, Anatole Julién de 3 años y su hermana Eva de 1 año y medio son trasladados a Uruguay luego de matar a su padre y secuestrar a su madre. Desde el centro clandestino de detención y torturas en Bulevar Artigas y Palmar son llevados en avión a Chile y abandonados en una plaza en la ciudad de Valparaíso. Cuando los encontraron fueron internados en un orfanato, más tarde una familia los adoptó sin conocer la trágica historia.

Los hermanos Hernández Hobbas: Beatriz de 16 años y Washington de 15 años son secuestrados en Argentina en 1977 y permanecen desaparecidos junto con sus padres, Esteban fue criado por la familia paterna y Andrea, la más pequeña, fue adoptada recuperando su verdadera identidad a la edad de 29 años.
En 1978 Carlos Severo Barreto de 17 años es secuestrado en Argentina y desaparecido.

En 1975 una terrible represión y una perversa mentira se instaló en Treinta y Tres: 38 detenidos, 29 eran niños entre 13 y 17 años que fueron salvajemente torturados y humillados en un cuartel. A mediados de abril se publica en el diario "El País" un comunicado del Comando General del Ejército donde informaba que: "se había encontrado una organización clandestina de la UJC que reclutaba menores de edad y los preparaba políticamente para cumplir tareas del marxismo". Se aducía que "estaban viviendo en un campamento en "La Esmeralda" en completa promiscuidad y donde los hábitos sexuales eran usuales si la más elemental higiene. No resulta extraño que jovencitas entre 13 y 17 años que se prostituían contrajeran enfermedades venéreas". ¿En que contexto se enmarcó aquella represión contra adolescentes? Se había producido un cambio en la dictadura y se intensificaba la represión contra el Partido Comunista. En un operativo coordinado y simultáneo, en 2 días detuvieron 38 jóvenes, algunos secuestrados en la calle, otros detenidos en su casa o los esperaban montando una "ratonera" para cazarlos. Son llevados directamente al cuartel, al rato los sacan al patio de plantón, pierden la noción de las horas que pasaban, piernas separadas y extendidas, brazos cruzados detrás de la nuca y golpes si no aguantaban más y caían. Se oían llantos, muchos comenzaron a gritar por sus madres. Mientras esos chiquilines estaban siendo torturados en el cuartel, los represores volvieron a sus casas para allanar rompiendo hasta los colchones. No tuvieron un trato especial por ser menores, fue el clásico, plantón, palizas, submarino, picana, golpes con las palmas de las manos en los oídos, colgadas y la tortura sicológica permanente. La máquina dura varios días, luego son trasladados a la cuadra compartida por mujeres y hombres, menores y mayores.
Llegó el festivo del 19 de abril y con el desfile el Goyo Álvarez, después del desfile, la pesadilla. Volvieron a torturarlos en forma salvaje, eso fue gratuito, no había nada que preguntar, solo se le dio e gusto al Goyo y al sanguinario Pedro Buzzó, especialista en torturas.

Otro día llevaron a las mujeres al médico para una "pequeña intervención", allí estaban dos médicos con guantes puestos, les hacen el tacto vaginal, al otro día les inyectan penicilina delante de la tropa. De ese modo pudieron argumentar que tenían enfermedades venéreas como lo habían comunicado en el diario y justificar por que tenían menores de edad detenidos y torturados que no habían cometido ningún delito. Permanecen un mes allí y luego siendo menores, son juzgados por la Justicia Militar.
Un día encapuchados y atados con alambre los suben a un camión y los trasladan a Montevideo. Algunos fueron al Hogar Femenino, otros al Álvaro Cortéz. Estuvieron siete meses internados en el Consejo del Niño, los liberaron pero les suspendieron todas las instituciones de enseñanza, pública y privada, para que no pudieran estudiar mientras existiera la dictadura. Así ocurrió.

Otro caso de jóvenes entre 15 y 18 años que es espeluznante es uno que involucra al criminal Jorge Silveira, hoy preso por violaciones de lesa humanidad. El "pajarito" Silveira además de torturar, desaparecer, robar niños y asesinar, solía violar a prisioneros adolescentes. En un frío invierno de junio de 1981, a seis mese del plebiscito que estalló en la cara de la dictadura, los aparatos militares y policiales andaban a la caza de los impulsores de las estructuras sindicales y estudiantiles que afloraban incontenibles. Agentes de la DNII hacen una redada de estudiantes, 20 adolescentes, 7 mujeres y 13 varones son trasladados en una camioneta policial a las dependencias de la calle Maldonado y comienzan a ser torturados. Golpes, picana, colgadas, plantones, submarino y más, con un solo objetivo, encontrar la máquina que imprimía volantes convocando a organizarse y resistir y las armas. Torturan sin convicción porque sabían que estos jóvenes no estaban armados, ni siquiera organizados. Cuando se agoten las preguntas el interrogatorio perderá sentido, pero la tortura continúa durante 41 días.
Están tirados en el piso temblando de frío y miedo, desnudos y como única prenda una venda en los ojos, pueden oír los llantos y gemidos de dolor de los cuerpos cercanos y también sus propios gritos desgarradores en espera de lo único previsible, la próxima sesión de tortura. Los liceales aprenden a reconocer las voces de sus torturadores, Jorge de 16 años, puede ver por encima de la venda a uno de la patota de los "duros" que aparece diariamente y que todos lo nombran con el apodo de "chimichurri" (después reconocerían a Silveira por una foto) Cada vez que oían esa voz de mando, un estremecimiento involuntario ganaba a los prisioneros que aprendieron a registrar el llanto de las compañeras que Chimichurri "elegía para interrogar". En la planta baja del edificio hay varios hombres que ríen y gritan excitados. Chimichurri y sus secuaces llegan al edificio de la calle Maldonado para interrogar a otros prisioneros en la planta alta, cuado bajaban al sótano era simplemente para divertirse.
Arrojan a un joven de 16 años sobre una mesa y lo atan boca abajo. Al dolor de las torturas de varios días se le suma el dolor de las heridas internas a causa de las reiteradas violaciones. El ataque sexual no es suficiente para estos oficiales de la lucha contra la subversión, pretenden que sus víctimas participen de sus desviaciones haciéndoles propuestas a los que eligen para sus orgías cada vez que bajan al sótano. Silveira amenaza, golpea, grita, pero no obtiene colaboración y descarga su frustración en la violencia de sus reiteradas violaciones contra varones y mujeres sin excepción. Ya no saben que hacer con estos muchachos, así que los sacan y hacen un simulacro de fusilamiento Después los devuelven al sótano y la agresión sexual en orgías será el acontecimiento exclusivo. Así como los llevaron, un día los soltaron cuando comenzaban las conversaciones políticas de los militares con blancos y colorados. Algunos volvieron a la militancia, otros no. Algunos hicieron después la denuncia, otros no superaron la vergüenza que no les correspondía. Algunos pudieron superar el trauma, otros no. Marisa de 15 años luchó con sus fantasmas durante años y al final desistió, se mató de un tiro.

En 1983 la dictadura da uno de los últimos zarpazos y se repite otra dramática historia de represión y torturas con jóvenes estudiantes que militaban en la clandestinidad. 11 mujeres y 14 hombres son detenidos y llevados al Departamento 4 de la DNI Policial. En esa dependencia son brutalmente torturados y luego procesados por la justicia militar por "asociación subversiva", porque para los fascistas no hay nada más subversivo que la democracia.

Los niños constituyen uno de los capítulos más trágicos del pasado reciente, muchos eran botín de guerra o integraban los partes de batalla de las Fuerzas Conjuntas.
Amaral de 3 años es secuestrado con sus padres en Argentina, fue recuperado a los 13 años, sus padres fueron fusilados en 1974 en Uruguay y sus cuerpos aparecieron junto a otros 3 uruguayos en Soca. Mariana de 18 meses es secuestrada con sus padres y apropiada. Se dio con su paradero en 1992 y la justicia restituyó su identidad. "Esta guerra no es contra los niños" le mintió Gavazzo en 1976 a Sara Méndez en el momento de secuestrarla y hacer desaparecer a Simón de 20 días, privándolo de sus padres, de su historia y de su identidad.

Muchos niños secuestrados, apropiados y nacidos en cautiverio durante las últimas dictaduras del Cono Sur fueron trasladados a países vecinos. Los autores de estos crímenes, cobijados en la impunidad, pudieron apropiarse de ellos y cambiar su identidad.
Hijos separados de sus padres y de sus hogares, hijos que fueron testigos directos del secuestro, tortura o asesinato de sus padres, jóvenes que no tuvieron oportunidades, generaciones donde el miedo, el dolor y la angustia dejó secuelas sicológicas, emocionales y sociales permanentes.
Nuestros derechos fueron vulnerados y por lo tanto nuestro crecimiento tiene huellas que aún no se terminan de dimensionar. ¿A cuanto asciende y cómo puede ser reparada esa deuda pendiente?
Los sucesos que padecieron estas jóvenes generaciones es un trágico capítulo del pasado reciente. Hoy, los hombres y mujeres que siendo niños y adolescentes sufrimos las acciones directas del terrorismo de Estado, debemos aportar a la reconstrucción de la memoria que les pertenece a todos y contribuir al diálogo entre generaciones. Armar y compartir las terribles vivencias es exorcizar el miedo, el silencio, es sanar.

No podemos ser cómplices del olvido sino luchar contra él. La recuperación del pasado histórico es una pieza fundamental para el presente y futuro. Las bestias más bestias frente al despotismo y nuestra gente con inagotable reserva de resistencia y dignidad, enfrentándolos.

Por todo esto se debe ANULAR la Ley de Caducidad, inmoral e inconstitucional, y comprometernos a desarticular el mecanismo de la impunidad.
Si no podemos demostrar que la impunidad no tiene más cabida en la realidad nacional, nuestro Uruguay se estará haciendo un suicidio político y social. Esto es así de simple, porque dejar en pié la teoría de la impunidad, decirle a los asesinos y verdugos que andan por nuestras calles que no serán enjuiciados, es confirmarlos en su convicción de que la acción terrorista en el marco del Estado, es impune. Si no se sabe lo que pasó y quienes fueron los responsables de tanta barbarie, la justicia será burlada siempre.

“MILES FUERON LOS NIÑOS, ADOLESCENTES Y JÓVENES MARCADOS CON SAÑA Y COBARDÍA POR LA REPRESIÓN. QUE LA JUVENTUD ESTÉ ALERTA, QUE NO SACRIFIQUE SU CONCIENCIA Y SU MEMORIA SOBRE EL ALTAR DE LOS INTERESES MENORES Y QUE LLEVEN EN ALTO LA BANDERA DE LA LUCHA POR LA LIBERTAD Y LA JUSTICIA” MARYS YIC

lunes, 30 de agosto de 2010

Siguen los cargos contra estos elementos


Identidad. La joven de la prodigiosa memoria

Ruffo hoy en día y Guglielminetti ayer



Nieta recuperada dio testimonio en juicio por Orletti Fue apropiada por Eduardo Ruffo y recuperó su identidad en 1985. Vive en España y volvió para denunciar al represor, quien abusaba de ella cuando era niña, y a otros miembros de la banda de Aníbal Gordon.
PAGINA 12 (Al lado Guglielminetti hoy)

Uno de los testimonios más importantes en el juicio oral y público que se sigue a los responsables de los múltiples delitos de lesa humanidad cometidos en Automotores Orletti es el que ofreció el 12 de agosto Carla Artés Company, quien, junto con su madre, Graciela Rutila, permaneció en ese centro clandestino de detención
hasta que el asesino y torturador Eduardo Ruffo se apropió de ella.

"Debo suponer que la persona que me llevó debe ser la misma que asesinó a mi madre", dijo Carla en una parte de su preciso relato, clavando su mirada en Ruffo, pero el cobarde inclinó su cabeza hacia el piso. "No tenía dudas de que no aguantaría mi mirada", diría luego de prestar su testimonio.

Hasta instantes antes del ingreso de Carla a la sala, Ruffo giró varias veces su cabeza para saludar con una sonrisa o un guiño de ojos a una rubia oxigenada que ocupaba una de las sillas del ala reservada a familiares y amigos de los verdugos. Ruffo, que se jactaba de ensayar tiro al blanco disparando a la cabeza de sus indefensas víctimas, se apropió de Carla cuando tenía poco más de un año y la mantuvo en su poder hasta dos meses después de haber cumplido los diez.

Serena, firme y segura, Carla hizo su relato y luego respondió a cada una de las preguntas que le formularon el fiscal, los miembros del tribunal, los abogados de la querella y la defensa de represores. El mayor impacto de su declaración fue cuando reveló que Ruffo había abusado sexualmente de ella mientras estuvo en su poder, siendo una niña.

Esto produjo la rápida intervención del fiscal, quien pidió a los jueces que se ordenara el trámite judicial previsto para casos de esa naturaleza. Uno de los defensores se opuso al pedido con el argumento de que se trataba de una cuestión de índole privada y ajena al tema que se estaba debatiendo. El presidente del tribunal anunció un cuarto intermedio de quince minutos que se prolongó más de una hora. Reanudada la audiencia, el juez informó a las partes que las actuaciones sobre la revelación de Carla pasarían al ministerio público.

Estos torturadores estan relacionados con el asesinato de Zelmar y Gutierrez Ruiz tambien

Prodigiosa memoria


Carla era una niña cuando comenzó a ver los rostros de los principales miembros de la banda ultraderechista que dirigía Aníbal Gordon y que integraba, entre otros, su apropiador Eduardo Alfredo Ruffo.

Dotada de una prodigiosa memoria, aquella niña que hoy es una mujer de 35 años, ofreció a los miembros del Tribunal Oral Federal número 1 detalles de lo que vivió en el hogar formado por Eduardo Ruffo, Amanda Cordero y Alejandro, otro niño que probablemente también es hijo de desaparecidos durante la dictadura militar.

En su fresca memoria Carla mantiene vivo el recuerdo del momento en que fue separada de su madre. Dijo que desde siempre grabó en su memoria el rostro de la persona que la retiró de su lado, que "era de tez blanca, ojos muy oscuros, barbado, que vestía una camisa blanca".

En la sala sólo se encontraban tres de los acusados: el ex general Eduardo Cabanillas y los parapoliciales Eduardo Ruffo y Honorio Martínez Ruiz. En realidad, había un cuarto: el militar abogado Bernardo José Menéndez, condenado en primera instancia a prisión perpetua por secuestros y asesinatos durante la dictadura militar. A pesar de ese antecedente, Menéndez estaba en la audiencia como defensor de sus compañeros de crímenes, secuestros y torturas y hasta se dio el lujo de formularle algunas preguntas a Carla.

"Tengo una buena memoria fotográfica", dijo Carla ante el tribunal. Recordó lugares, personas y otros hechos que quedaron grabados en su prodigiosa memoria. Mencionó el nombre del colegio al que concurrió hasta segundo grado, cuando Ruffo pasó a la clandestinidad para eludir la orden de captura que pesaba sobre él a poco de instalarse el gobierno democrático. "Era el Colegio Betania", dijo Carla, que fue retirada de aquella escuela en 1984 y hasta el momento en que Ruffo fue detenido permaneció oculta en los distintos lugares elegidos por el genocida para no ser atrapado.

Ruffo utilizaba distintas credenciales con nombre falso y para que los niños no fueran advertidos en los controles de las rutas, Carla y Alejandro iban en el asiento trasero del auto, cubiertos por una manta y encima de la manta dos grandes perros de policía. Esta situación se la contó Carla a su abuela el primer día que Sacha bañó a la niña. "¿Y estos rasguños?", preguntó la abuela al observar la espalda de su nieta. "Son de los perros, abu", respondió Carla. Carla recordó que los Ruffo vivían en un departamento de Soler y Billinghurst, en el barrio de Palermo, donde su abuela Sacha pasó jornadas enteras indagando sobre la vida del apropiador de su nieta. Contó que Ruffo tenía una casa en Cariló y que allí vio desfilar a miembros de la banda de Aníbal Gordon. Dijo, también, haber visto en ese lugar un verdadero arsenal e identificó a Raúl Guglielminetti como uno de los asiduos visitantes.

Torturador, secuestrador y violador. Miembro de la triple A


TORTURADORES ARGENTINOS

Una joyita!

(Y no deje de leer el proximo
artículo)





Eduardo Alfredo Ruffo (aqui joven)
SIDE
Miembro de la Triple A


Eduardo Ruffo, "Zapato", fue un agente de la Secretaría de Inteligencia y miembro de la Triple A. Fue el segundo a cargo del C.C.D. "Automotores Orletti," donde secuestró, torturó y asesinó a docenas de personas.

Fue mano derecha y amigo del jefe de ese centro, el ya difundo Aníbal Gordon, y siguió trabajando para la SIDE aun en democracia. Formaba parte del elenco que "colaboraba" con el servicio de inteligencia bajo la dirección de Hugo Anzorreguy. Una vez alejado de la SIDE, se encargó de vender información sobre los desaparecidos a familiares y periodistas.

Fue detenido en Octubre del 2006 en el marco en el marco de la causa sobre los crímenes cometidos en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército, en la que se encontraba Orletti, que funcionó en un taller mecánico alquilado en Venancio Flores y Emilio Lamarca, entre mayo y noviembre de 1976. El nombre de Eduardo Ruffo figura en el contrato de alquiler del local.

Ruffo fue imputado en los secuestros y torturas a A. Cadenas, R. Candia, N. Dean Bermúdez, L. Duarte, C. Gayoso, A. Gatti y otras 26 víctimas desde el C.C.D. "Automotores Orletti" o "El Jardín". Fue detenido por el sucuestro de Guillermo Patricio Kelly.

Además de las tantas denuncias de torturas, desapariciones e incluso una muerte comprobada, Ruffo se apropió personalmente de una niña. Carla Rutilo Artés fue secuestrada junto con su madre, Graciela Rutilo Artés, en Bolivia. Ambas fueron entregadas en la frontera de Villazón-La Quiaca a las fuerzas de seguridad argentinas y fueron llevadas a Automotores Orletti. Graciela nunca apareció. Carla sí. Había sido anotada como hija propia por Ruffo, pero gracias a la tarea de Abuelas de Plaza de Mayo en 1985 recuperó su identidad. La Justicia condenó al agente por la falsificación del documento de la menor, pero no fue juzgado por la apropiación de la niña.

(Información de Telam)





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Represores Argentinos

sábado, 7 de agosto de 2010

Secretos brutales del caso Gomensoro



Saña predictatorial. Militares Gómez y Gavazzo incriminados por homicidio, en marzo de 1973

Gomensoro fue castrado y falleció desangrado


La jueza penal de Paso de los Toros, Dra. Lilián Elhorriburu, procesó al Cnel. (r) Juan Carlos Gómez y al Tte. Cnel. (r) José Nino Gavazzo como autor y coautor, respectivamente, del homicidio muy especialmente agravado de Roberto Gomensoro Josman, en marzo de 1973.

Víctor Carrato


Batallón de Ingenieros Nº 3. Gomensoro fue asesinado en esta unidad militar. Su cuerpo apareció en el lago de Rincón del Bonete, en marzo de 1973.

José Gavazzo y Juan Carlos Gómez. Ambos fueron inculpados por el crimen del joven. El segundo fue quien atacó a Gomensoro con su bayoneta. El Juzgado de Paso de los Toros vivió ayer y desde el mediodía de hoy el momento más importante y más terrible en toda su historia.

Los autos de procesamiento, resumidos por la Suprema Corte de Justicia, son terribles para quien los logre leer.

Según consta en este documento de la Justicia, "El Sr. J G [José Gavazzo] se encontraba en Paso de los Toros a fines de 1972 y principios de 1973" aunque no fue el único lugar donde actuó torturando prisioneros políticos, siendo autor de varios asesinatos comprobados. Según Gavazzo su "misión fue re interrogar a toda la dirección militar del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, a los efectos de poder determinar las múltiples operaciones militares que a través de más de diez años había realizado ese movimiento y no habían sido hasta ese momento determinados los responsables...en Paso de los Toros se hizo en el Batallón de Ingenieros Nº 3". Según informa la Suprema Corte de Justicia, estas declaraciones fueron realizadas por Gavazzo en diciembre de 2009 cuando en presencia de su abogado defensor se lo condujo a declarar en aquel momento como testigo, al igual que al ex coronel Juan Carlos Gómez, autor del asesinato de Roberto Gomensoro Josman, como quedó probado.

En 1973 Juan Carlos Gómez era mayor, según manifestó uno de los testigos, tenía un vehículo que se desplazaba a alta velocidad y participó en varias oportunidades de las torturas en Tacuarembó. Hoy, con más de 80 años, Gómez vive en una torre en Punta del Este. Fue el último jefe de Policía de Maldonado durante la dictadura.

Otro de los testigos "manifestó que los presos se encontraban en el Campo 3, en una pieza chiquita, entrando en el rancho de paja en la primera puerta".

Un tercer testigo manifestó que vio dos veces a Gavazzo en el Campo 3 y que el mayor Juan Carlos Gómez "era severo al extremo, difícil de tratar; vivía en Durazno, cuando tenía guardias se quedaba en el Campo 3".

El testimonio de uno de los testigos, que estuvo detenido desde agosto de 1972 hasta finales de 1973, permitió saber que "en el año 73 un maldito soldado borracho comentó en una reunión que estando en la guardia, que había estado en el movimiento nuestro, y les dijo a los soldados que me preguntaran a mí y eso me mató, y vino de la Región Militar 3, ya el cuartel de ingenieros no tenía nada que ver y vino del Cuartel General de la Región 3, entre ellos G [Gavazzo] y el matador [Juan Carlos Gómez]" . El testigo agregó que "el matador es el capitán J C G [Juan Carlos Gómez] que era en ese momento capitán de la región 3...J C G [Juan Carlos Gómez] a todos los que tenían problemas que no hacían lo que él decía nos vemos en Paso de los Toros y ahí los llevaba al Campo 3 y ahí me llevaron a mí para interrogarme otra vez, en el año 73... Ahí me desnudaron y me colgaron en los galpones y en determinado momento de ese día trajeron a un muchacho rubio, le hicieron lo mismo, lo desnudaron y lo colgaron... A ese chiquilín le hacían preguntas, lo castigaban, G [Gavazzo] era el peor y estaba ese capitán JCG [Juan Carlos Gómez], era terrible, era muy violento... Este muchacho le contestó de malos modos y lo castraron, el que lo castró fue el JCG [Juan Carlos Gómez] y yo lo miré muy feo; cuando él se dio vuelta y vio que yo lo estaba mirando me dio un hachazo con la bayoneta que lo había castrado y me cortó la rótula...

Roberto "Tito" Gomensoro pasó toda la noche desangrándose. "G [Gavazzo] daba las órdenes y miraba y sonreía mientras los demás las cumplían. Juan Carlos Gómez declaró que en la época detentaba el cargo de mayor, él mismo ordena que castren a Roberto Gomensoro, el que se desangró durante toda la noche perdiendo el conocimiento, en ese momento a otro testigo le rompen los ligamentos...

Esto fue constatado años después, por un médico forense, en cuyo certificado médico se expresa: callo óseo de cara anterior de rótula derecha. En esa época, según declaraciones de Juan Carlos Gómez realizadas el día 5 de agosto de 2010, no había otra persona con apellido G [Gavazzo], "no conozco, no sé, pienso que no debe haber".

Cuando fue encontrado, se comprobó que al cuerpo de Roberto "Tito" Gomensoro le habían mutilado los órganos genitales, como fue declarado por uno de los testigos.

En un diario de la época en nota redactada por un corresponsal, se expresa: "horribles y espantosas mutilaciones...el cuerpo que se hallaba totalmente desnudo había sido mutilado espantosamente, especialmente sus órganos genitales, que aparecían totalmente cercenados". Agrega que "...el cadáver fue trasladado a Tacuarembó, donde en el día de hoy se iba a practicar la autopsia , a los efectos de determinar las causas que determinaron su fallecimiento. El cuerpo no presentaba, a simple vista, heridas de ninguna índole, excepción hecha del cercenamiento de los órganos genitales, que pudiera arrojar alguna luz sobre la forma en que fue asesinado".

Otra testigo manifestó que su padre le comentó que el cadáver tenía piedras entre el tejido y el cuerpo, que estaba desnudo, y "me comentó algo de los genitales, como que estaban mutilados".

El esposo de la testigo mencionada manifestó que su suegro, que era corresponsal del diario "La Mañana", hizo una nota sobre el cuerpo encontrado y comentó a nivel familiar que "estaba cubierto por alambre y tenía piedras, y que estaba mutilado pero no sé en qué parte".

Uno de los testigos declaró que fue a rescatar el cuerpo en esa oportunidad. Ayudó a empujar el cuerpo hasta la orilla, el cuerpo estaba protegido por un tejido con tres piedras dentro, que tenían algo de blanco.

Otro testigo que estuvo de guardia en la morgue durante ocho horas custodiando el cuerpo en esa oportunidad recuerda que "parecía que le habían sacado un testículo", si bien de la autopsia realizada por el forense de la época, Sr. L [Laca], el mismo declaró el motivo por el cual se quedó con la xx (cabeza) de quien a la postre sería Roberto Gomensoro: "...yo pensaba entregar la cabeza a alguien confiable, yo no confiaba en la policía...".

"Una vez producido el deceso se ordena al oficial M (que era encargado del Campo 3), que envuelva el cuerpo en una malla de alambre y le coloque piedras para fondear el cuerpo y evitar que suba a la superficie del lago". A quien M. le comentó "querés que te fondee como al rubio". El testigo A recuerda que el sargento M gritaba en una oportunidad en el calabozo de la Policía "que al policía que lo había traído preso le iba a hacer lo mismo que le habían hecho al tupamaro, que lo habían tirado envuelto en un tejido". El testigo MM expresó que M tuvo un problema con su hermano JM, el hermano le pegó a M que estaba borracho y le hizo volar el gorro y M le gritó "a vos te vamos a hacer lo mismo que a ese que tiramos en el lago". Y F, quien en conversación con el comisario le relató sus investigaciones luego de encontrarse el cadáver, constatándose que el alambrado en el que fue envuelto pertenecía al Batallón y fue traído especialmente para el área perimetral, donde actualmente se encuentran dependencias de la Junta Local. Si bien era sabido en la época que apareció el cuerpo de Gomensoro en las condiciones relatadas anteriormente, curiosamente el indagado G [Gavazzo] manifestó en el día 5 de agosto que no tuvo conocimiento de tal hecho.

No hay prescripción

La jueza se preguntó: "¿Corresponde computar los años comprendidos en el período dictatorial?". Su respuesta es negativa y se basa en la decisión del Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 1º Turno, integrado por los doctores Graciela Barcelona, Daniel Gutiérrez y Roberto Parga, que en sentencia Nº 116 del 27 de julio de 1990 expresaba: "...si bien no se puede entender que el actor durante el referido período estuviera privado de la garantía constituida por una justicia independiente...no regían las garantías de los derechos individuales... El principio general de que al justamente impedido no le corre término es aplicable al caso al tratarse de un principio general que se inscribe en los derechos inherentes a la persona humana, con recepción en los artículos 7, 72 y 332 de la Constitución de la República..." (ADCU tomo XXI caso 911)...., que el término comenzó a correr a partir del 1º de marzo de 1985...".

Agrega que "sobre este punto, el Señor Ministro Doctor José Balcaldi manifestó que: "...En lo que tiene que ver con el período de interrupción de los derechos y garantías de los justiciables, es evidente que no puede correr término alguno a los mismos, si es manifiesto que existía una imposibilidad material de su ejercicio.

En el caso, el titular de la acción penal es el Ministerio Público pero, obviamente, no se aprecia cómo el mismo podría ejercerla libremente.

Más allá de la situación, en relación a quien correspondiera juzgar el caso, la médula está en el actor, y si el mismo no contaba con la posibilidad de ejercer su poder-deber, no le corrió plazo.

Por tanto, resulta contrario a la lógica natural de los hechos que un funcionario público, dependiente del Ministerio de Educación y Cultura, por más que contara con independencia técnica pudiera llevar adelante una acción tendiente a la investigación de este tipo de asuntos.

Por tal razón, el titular de la acción penal estuvo impedido, con justa causa, de promover y ventilar este caso, en esas circunstancias...".

Coincidiendo con el parecer de los restantes integrantes de la Sala, a juicio de este redactor, esclarece el debate planteado, tener presente la reciente (veinte años) historia de este país".

AGRADECIMIENTOS

El hermano de Roberto "Tito" Gomensoro, Arnaldo, dijo a LA REPUBLICA que mucha gente fue fundamental para hacer justicia luego de 37 años. Arnaldo Gomensoro agradeció el apoyo del Serpaj (Servicio de Paz y Justicia) y del doctor Guillermo Payssé, abogado de la familia en la causa, y lo extendió a todos los funcionarios de la Justicia que actuaron buscando la verdad.

"Tanto tiempo entre mentiras"

La hermana de Roberto Gomensoro, Marta, dijo a LA REPUBLICA que "se vivió mucho tiempo entre mentiras, incluso hasta diciembre del año pasado. Fue vivir la mentira durante 37 años". Marta Gomensoro agradeció particularmente a los gobiernos de Tabaré Vázquez y de José Mujica y en particular al Dr. Gonzalo Fernández y a la licenciada Soledad Cibils, secretaria de la Comisión para la Paz, porque según dijo "no es casual que se haga justicia ahora, aunque a veces siempre nos parece poco".

La hermana de Roberto Gomensoro agregó: "Esto tiene un mensaje que significa que no importa el tiempo que pase. Siempre va a prevalecer la verdad. Esto es muy importante para otros familiares que han vivido situaciones similares."

Justicia en el caso Gomensoso


MENOS impunidad

El asesinato del joven Roberto Gomensoro Josman

Inminente procesamiento de Gavazzo y el Cnel (r) Juan Carlos Gómez por homicidio


Hoy a mediodía serían procesados el teniente coronel (r) José Nino Gavazzo y el coronel (r) Juan Carlos Gómez en Tacuarembo por el asesinato por torturas del joven de 24 añoss Roberto "Tito" Julio Gomensoro Josman en marzo de 1973.


Víctor Carrato


José Nino Gavazzo. Compareció ayer ante el juzgado de Paso de los Toros
Desde la mañana hasta tarde en la noche de ayer, los dos ex militares comparecieron en el Juzgado Letrado de Primera Instancia de Paso de los Toros, a cargo de la jueza Lilián Elorriburu. La fiscal Angelita Romano pidió el procesamiento de ambos por homicidio especialmente agravado para Gavazzo y coautoría para Juan Carlos Gómez.
El hermano de "Tito" Gomensoro, Arnaldo, dijo a LA REPUBLICA que "la familia espera que se haga justicia, aunque tarde, pero es como debe ser". Agregó que los imputados son los "asesinos por mano propia. No se trata de que hayan mandado a otros a realizar la ejecución. A mi hermano lo mataron Gavazzo y Gómez con sus propias manos". Un testigo que fue torturado junto a Roberto Gomensoro en el mismo galpón de la sede de la Región Militar Nº 3, donde finalmente fue asesinado, fue clave con sus declaraciones afirmando además que "Tito" no se doblegó ante la terrible tortura.
Probablemente fue asesinado el 14 de marzo de 1973. El hermano del asesinado dijo a LA REPUBLICA que una importante cantidad de policías testimoniaron sobre los comentarios que hacía un suboficial fallecido que actuó en el homicidio. Este soldado solía concurrir ebrio a los burdeles de Paso de los Toros, donde contaba en detalle cómo habían matado a Roberto Gomensoro. El abogado de la familia Gomensoro, Guillermo Paysseé, informó a LA REPUBLICA que el procesamiento de los dos ex militares es inminente.

Estudiante y docente de Agronomía

Roberto Julio Gomensoro Josman tenía 24 años cuando fue asesinado. Nacido el 30 de enero de 1949 en Montevideo, casado, domiciliado en Velsen 4484, estudiante y docente de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República, militaba en el Movimiento 26 de Marzo del Frente Amplio, la Agrupación "Epoca 26"; era dirigente de la Asociación de Estudiantes de Agronomía (AEA) y de la FEUU.
Fue detenido el 12 de marzo de 1973 en su domicilio del barrio Malvín a la 1.30 horas de la mañana. Probablemente fue conducido al Grupo de Artillería Nº 1, ubicado en el barrio "La Paloma", en las cercanías del Cerro de Montevideo, donde fue sometido a interrogatorios bajo tortura.
Dos o tres personas vestidas de civil y a bordo de una camioneta "Indio" amarilla se presentan en el domicilio de la madre diciendo que vienen a buscarlo porque temen un atentado de un grupo de derecha contra él. La madre los conduce al domicilio de su hijo, donde lo detienen. Ante la duda manifestada por la esposa de Gomensoro de que se tratara verdaderamente de efectivos militares, se le invita a que observara en la esquina (a unos veinte metros de la casa) un vehículo del Ejército ("camello") estacionado y varios soldados armados en actitud de vigilancia. Antes de retirarse le dejan a la madre el número de la unidad militar donde podía llamar a la mañana siguiente en procura de noticias, pero el número era falso.
El cuerpo de Roberto Gomensoro fue encontrado el 18 de marzo de 1973 flotando en el lago de la represa de Rincón del Bonete. Estaba desnudo, sujetado con alambres de pies y manos, envuelto con una malla para evitar que partes del cuerpo se desprendieran y atado a tres piedras. Fueron testigos del hecho el dueño de un campo en la zona, su peón y un vecino del lugar, quienes encontraron el cuerpo.
El 15 de marzo de 1973 la Oficina de Prensa de las Fuerzas Conjuntas informó que Gomensoro logró huir cuando se iba a establecer un contacto en Millán y Ariel. Otro comunicado del 21 de marzo de 1973 requiere su captura.
El 18 de marzo de 1973 Aparicio Torres, propietario de un campo lindero al Batallón de Ingenieros Nº 3 de Paso de los Toros, encontró flotando en las aguas del lago de Rincón del Bonete un cuerpo atado con gruesos alambres y rodeado de una malla de alambre, asegurado a tres pesadas piedras con la intención de "fondearlo" en el agua.

Torres y los peones Eduardo Cardozo y Ramón Rodríguez sacaron el cuerpo del agua y dieron cuenta de lo ocurrido a la unidad militar, que envió al cabo Catalino Rosa, el cual dio cuenta a su superior Zenón L. Romero, el que avisó a la Policía local, que encomendó el caso al oficial Darci Ordeix y dos agentes.

El cuerpo fue finalmente enviado a la morgue del hospital departamental, donde el médico policial Emilio Laca le realizó la autopsia el 23 de marzo de 1973. En ella constató que se trataba de un hombre joven de 1,75 metros y complexión delgada que estaba literalmente "amortajado" en una malla de alambre.

En 1987 el fiscal militar José Sambucetti ­encargado de montar la farsa en torno a la investigación de desaparecidos­ sostuvo que el Estado nada sabía sobre el paradero de Gomensoro.

Casi treinta años después, en 1993, se descubrió que el médico forense Emilio Laca había conservado el cráneo para "estudiarlo" . Se practicaron estudios de ADN y se corroboró que correspondía a Gomensoro.

La tumba fue profanada en 2001 cuando una investigación de Serpaj permitió recuperar su cráneo e identificarlo. Años más tarde, el antropólogo, Horacio Soya descubrió que los restos óseos que extrajo de una fosa común del cementerio de Tacuarembó corresponden a una mujer y dos hombres, e informó al juez Dardo Martínez que era necesario realizar estudios de ADN para verificar si corresponden a cuerpos de víctimas de desaparición forzada.

La desaparición de "Tito" Gomensoro, aunque ocurrió tres meses antes del golpe de 1973, fue amparada en la impunidad por el presidente Julio María Sanguinetti el 16 de octubre de 1987, cuando ordenó archivar la denuncia radicada el 9 de junio de 1985por su madre, Marta Josman, ante el juez Jorge Ruival Pino del Juzgado Penal de 1er. Turno.

Otro de los hermanos de "Tito", Hugo Ernesto Gomensoro Josman, también fue secuestrado y desaparecido en Buenos Aires, el 30 de marzo de 1976. Su cadáver, arrojado al Río de la Plata por la dictadura argentina, fue hallado en la costa el 25de mayo y también enterrado como NN. Su cuerpo fue repatriado y enterrado en Uruguay en junio de 2007